Entrevistamos a Ramón Aguyé que cuenta con una larga trayectoria profesional en el mundo audiovisual. Ha trabajado para importantes cadenas como TVE, Antena 3 o Rai. Ramón Aguyé además trabaja en proyectos cinematográficos propios y comparte sus conocimientos con sus alumnos, organizando e impartiendo cursos de guion. 

¿Por qué decidiste ser guionista?
Porque siempre me ha gustado la creación.
Cuando era adolescente fui el típico plasta que enviaba poesías a las chicas de las que me enamoraba. O escribía cuentos que nadie leía. Sin embargo, cuando fui a la universidad, elegí arquitectura, y he de decir que también disfruté diseñando casas, jardines y edificios. Incluso un cementerio. Pero solo yo disfrutaba de mis proyectos imaginados, porque los profesores me suspendían una y otra vez. Entonces, y bastante avanzada la carrera, cambié mi horizonte y me matriculé en Ciencias de la Información, y esta vez sí terminé mis estudios.
Nunca he encajado en esa dicotomía entre ciencias y letras. La vida me ha situado en medio, con la creación como nexo en común.

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Muchas cosas, pero sobre todo ser en un mismo día un niño malcriado, una viejecita asesina, un magnate millonario, un gato que se pierde, un asesino en serie o el policía que lo está investigando.
Escribir es vivir las vidas que imaginas, y convertirte en todos y cada uno de los personajes que has creado. Sufrir y disfrutar con ellos, siempre con absoluta pasión. Nadie puede ser tantas cosas a la vez como un guionista. ¿No es eso magnífico?

¿Has tenido que cambiar algún guion porque a algún director o actor no le gustaba?
Por supuesto que sí. Una película es un trabajo en equipo, y no solo es bueno, sino necesario, que todos se impliquen. Cuando el director, el productor, o los actores, intervienen en el guion, hacen que el proyecto sea más suyo, y la motivación crece.
El guion del guionista es el primer gran escalón, pero ojo, lo normal es que sufra cambios, y no solo por cuestiones de contenido, también de presupuesto, de feeling con los actores, de tiempo de producción, de improvisación, de montaje… Y todos esos cambios deben ser para mejorar el guion, no por un capricho estúpido, sino bien razonados.
En cualquier caso, nunca hay que olvidar que en la jerarquía de una producción, el productor y el director están por encima del guionista, y su palabra es ley, discutible y susceptible de poderles convencer cuando no estamos de acuerdo, pero su decisión es la que vale.

¿Se improvisa mucho durante un rodaje?
No he querido citar el rodaje en la pregunta anterior, ya que he visto que después venía esta pregunta. A mí no me gusta que se improvise en un rodaje, y si se improvisa tiene que ser dentro de unos límites, porque de lo contrario nos puede llevar al caos.
Si el guionista pasa meses escribiendo el guion, lo debate y reescribe con las exigencias del productor, director y actores, difícilmente una improvisación ad hoc va a mejorar la historia en la que tanto se ha trabajado. Eso no quiere decir que a veces salte una chispa y que dentro de lo establecido se pueda improvisar y mejorar lo escrito, pero debe ser una excepción.
Lo que yo he vivido en los rodajes, y han obligado a cambiar algunas cosas del guion, ha sido por improvisaciones obligadas por otros factores, y te voy a contar tres ejemplos reales:

  1. Una escena está planteada en un exterior, de repente empieza a llover, no hay tiempo para rodar al día siguiente, entonces se adapta la escena a un interior.
  2. Se acaba la jornada de rodaje, como es habitual no se cumplen los objetivos del día, entonces el director decide fundir dos escenas en una, incluso cambiar la realización y para hacerlo más rápido rodar con menos planos.
  3. La actriz protagonista se siente acosada durante el rodaje por el actor principal, que se ha encaprichado con ella. La actriz se niega rotundamente a seguir con el rodaje si no cambian
    las escenas en que él la besa y se acuestan. Entonces rodamos una escena bastante más puritana de la que estaba planteada en el guion.

¿Cómo es trabajar para grandes cadenas como TVE o escribir 52 guiones para una serie tan icónica como ‘Médico de familia’?
Sin duda es un privilegio escribir para grandes cadenas. Para TVE escribí algunas series, y he de decir que la experiencia fue muy positiva. No nos cambiaban nunca los guiones.
Pero ojo, yo fui guionista de “Médico de familia” en su versión adaptada en animación, y no para TVE sino para la RAI. Esa serie era muy divertida, para el público infantil y preadolescente, con guiones originales y toda la magia que permite la animación.
Pero es cierto que cuando una serie se prolonga en el tiempo, puede llegar a agotarte, incluso a dejarte sin ideas, para eso como guionista cuento con varias técnicas creativas de búsqueda y desarrollo de ideas, como los mapas mentales, el binomio fantástico, el brainstorming…

Después de emitir un episodio y leer las críticas ¿alguna vez se toma la decisión de cambiar el guión o la trama? ¿Existe lo que llamamos en la actualidad “fanservice”?
Obviamente cambiar el guion del episodio criticado ya no es posible, pero sí que hay un constante feedback con la audiencia, y cuando es posible, porque no siempre lo es, en los episodios siguientes se potencia las tramas y personajes que tienen mayor aceptación.
Pero de la misma forma que hay un feedback que te permite reconducir en cierta medida algunos aspectos de la serie para que funcione mejor, también puede suceder que la serie tenga poca audiencia, y que la televisión decida dejar de emitirla, entonces hay que escribir en un episodio final lo que estaba previsto desarrollar y concluir en varios. El resultado suele ser fatal, y desmoralizador.
Creo que el término «fanservice» se aplica casi exclusivamente al mundo manga. Pero esos productos añadidos al valor de la serie, en el mundo transmedia que vivimos, es y será cada vez mayor.

Lo mejor y peor que le ha pasado a Ramón Aguyé durante su carrera
Además de la gente que he conocido, lo mejor que me ha pasado como guionista fue conocer a un tipo único que vivió hace cuatrocientos mil años. Era un heidelbergensis, especie homínida anterior y en la línea evolutiva de los neardentales. Tuve su cráneo, perfectamente conservado, en mis manos. Fue muy emocionante mirar la cuenca casi cuadrada de sus ojos, con sus enormes crestas supraorbitales y sus grandes fosas nasales.
Acostumbrado a imaginar historias, lo vi y lo sentí como si hubiera hecho un viaje astral a esos tiempos remotos.

Lo peor de ser guionista es casi una constante, y es ver como la mayoría de tus guiones, que escribes como freelance, se quedan en un cajón. España es un país difícil para los que nos dedicamos a contar historias.
Un buen guionista es un jinete acostumbrado a cabalgar un caballo llamado fracaso, y a pesar de ello sigue cabalgando sin parar buscando la meta.

¿Qué consejo le darías a alguien que quiere dedicarse a ser guionista?
Que no se lance al vacío. Ser guionista es una profesión y tiene su técnica. Primero hay que leer mucho, ver pelis, y fijarse en las escenas, los personajes, los diálogos… Y estudie algún curso de guion, como el mío por ejemplo, que puede encontrar en www.cursodeguion.com
Y sobre todo, un guionista, como cualquier persona que se compromete con la creación, debe situar el éxito en la aceptación de uno mismo y de su propio trabajo. Es lo primero que les digo a mis alumnos: si consigues crear una historia de la nada, y a ti te gusta, ya has alcanzado el éxito.
Lo demás no depende del guionista, pero no por eso hemos de dejar de cabalgar. Con fe y constancia podemos cambiar el nombre de nuestro caballo.

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